En Filadelfia, Estados Unidos, cuando lotes llenos de maleza fueron limpiados y embellecidos con flores y árboles, los vecinos también florecieron en su estado mental general. Esto fue especialmente cierto en personas con problemas económicos.
La doctora Eugenia South, profesora de la Universidad de Pennsylvania y coautora de un estudio sobre el tema, afirmó: «Hay una creciente evidencia de que los espacios verdes ejercen un impacto en la salud mental, y esto es particularmente importante en personas de los barrios más pobres».
Los oprimidos israelitas renovaron su esperanza con la visión del profeta Isaías sobre la restauración que Dios obraría en ellos. En medio del profetizado juicio, comunicó esta hermosa promesa: «Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo» (Isaías 35:1-2).
Cualquiera que sea nuestra situación hoy, también podemos alegrarnos en las hermosas formas en que nuestro Padre celestial restaura nuestra esperanza. Cuando estamos desanimados, reflexionar en su gloria y esplendor nos incentiva. «Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles», alentó Isaías (v. 3).
Que el solo ver las flores creadas por Dios renueve nuestra esperanza.