Tomás trabajaba en una empresa que asesoraba a la de Roberto. Se hicieron amigos… hasta que Tomás desfalcó su compañía. Roberto se enteró y se enojó, pero su jefe, un creyente en Cristo, al notar que Tomás estaba profundamente avergonzado y arrepentido, le aconsejó sabiamente que contratara a Tomás. «Págale un sueldo modesto, como para que pueda devolver el dinero. Nunca tendrás un empleado más agradecido y leal». Y así fue.
Mefi-boset, el nieto del rey Saúl, no había hecho nada malo, pero estaba en una situación difícil cuando David asumió el trono. La mayoría de los nuevos reyes mataban a los descendientes del rey anterior. Pero David amaba a Jonatán, el padre de Mefi-boset, y trató a su hijo como si fuera suyo (2 Samuel 9:1-13). Su bondad le ganó un amigo de por vida. Mefi-boset se maravilló y dijo a David: «toda la casa de mi padre era digna de muerte […], y tú pusiste a tu siervo entre los convidados a tu mesa» (19:28); y se mantuvo leal a él, aun cuando el propio hijo de David, Absalón, lo traicionó (2 Samuel 16:1-4; 19:24-30).
¿Quieres un amigo leal de por vida? Alguien tan extraordinario requiere que hagas algo extraordinario: mostrar bondad en lugar de castigo; responsabilizarlo por lo hecho, pero darle una oportunidad de recomponer las cosas. Sé creativo… con bondad.