A los 53 años, lo último que Sonia esperaba hacer era dejar su negocio y su país para unirse a un grupo de refugiados camino a una nueva tierra. Después de que unas pandillas asesinaron a su sobrino e intentaron obligar a su hijo de 17 años a unirse a ellos, sintió que la única opción era huir. Explicó: «Oro a Dios… Haré lo que sea necesario para que [mi hijo y yo] no muramos de hambre. Prefiero verlo sufrir aquí, que terminar en una bolsa o una zanja».

¿Tiene la Biblia algo que decir a tantos que han sufrido injusticias y devastación? Cuando Juan el Bautista anunció la llegada de Jesús, dio una buena noticia a todo el mundo: «Preparad el camino del Señor» (Lucas 3:4). Insistía en que cuando Jesús llegara, Dios llevaría a cabo un rescate poderoso y abarcador. La palabra bíblica para ese rescate es salvación.

La salvación no solo sana nuestros corazones pecaminosos, sino que un día, quitará toda maldad en el mundo. La obra transformadora de Dios alcanza cada historia personal y sistema humano, y está disponible para todos. Como dijo Juan: «Y verá toda carne la salvación de Dios» (v. 6).

Sea cual sea el mal que enfrentemos, la cruz y la resurrección de Cristo nos aseguran que veremos la salvación de Dios. Un día, experimentaremos su liberación final.