«¿Qué te pasó?», preguntó Zeal, un empresario nigeriano, junto a una cama en un hospital en Lagos. «Alguien me disparó», contestó el joven, con el muslo vendado. Aunque el herido estaba lo suficientemente bien para volver a su casa, no le darían el alta hasta que saldara su deuda. Después de hablar con un trabajador social, Zeal, de manera anónima, pagó la deuda con dinero de un fondo de caridad que había creado para comunicar su fe cristiana. Al hacerlo, espera que aquellos que reciben el regalo del alta médica puedan un día dar a los demás.

El tema de dar a partir de las dádivas abundantes de Dios late a lo largo de toda la Biblia. Por ejemplo, cuando Moisés instruyó a los israelitas sobre la vida en la tierra prometida, les dijo que dieran primero a Dios (ver Deuteronomio 26:1-3), y que luego, se ocuparan de los extranjeros, los huérfanos y las viudas (v. 12). Como moraban en una «tierra que fluye leche y miel» (v. 15), debían mostrar el amor de Dios a los necesitados.

Nosotros también podemos difundir el amor de Dios compartiendo nuestras posesiones materiales, sean estas pocas o muchas. Tal vez no tengamos la oportunidad de dar personalmente como lo hizo Zeal, pero sí podemos pedirle a Dios que nos muestre cómo dar y quién necesita nuestra ayuda.