Ernest Shackleton encabezó una infructuosa expedición a la Antártida en 1914. Cuando su barco, llamado Endurance [Resistencia], quedó encallado en el hielo del Mar de Weddell, todo se convirtió en una carrera de resistencia para sobrevivir. Sin medios de comunicación, Shackleton y su tripulación se dirigieron en botes salvavidas a la costa más cercana: la Isla Elefante. Casi todos quedaron allí, pero él y cinco tripulantes recorrieron unos 1.300 km, hasta las Georgias del Sur, para buscar ayuda. Toda la tripulación sobrevivió, y la «fallida» expedición se convirtió en un evento victorioso registrado en los libros de historia.
El apóstol Pablo sabía qué significaba resistir. Durante su viaje a Roma para enfrentar un juicio por su fe en Jesús, un ángel de Dios le avisó en medio de una tormenta marítima que el barco se hundiría. Pero él mantuvo animados a los hombres que estaban a bordo, gracias a la promesa de Dios de que todos sobrevivirían, aunque perderían el barco (Hechos 27:23-24).
Cuando las calamidades golpean, queremos que Dios mejore las cosas de inmediato. Pero Él nos da la fe necesaria para resistir y crecer. Como escribió Pablo: «los sufrimientos producen resistencia» (Romanos 5:3 rvc). Al saber esto, podemos alentar a otros a seguir confiando en Él en tiempos difíciles.