Un capellán de los departamentos de policía y bomberos de su comunidad asistió a cursos de capacitación en la academia de policía para entender mejor las situaciones que enfrentaban los oficiales al aplicar la ley. El tiempo con los cadetes y el aprendizaje sobre los enormes desafíos de la profesión le generaron un nuevo sentimiento de humildad y empatía. En el futuro, espera aconsejar mejor a aquellos que luchan contra el estrés emocional, la fatiga y las pérdidas.
Sabemos que Dios entiende lo que enfrentamos no solo porque Él nos creó y ve todo lo que nos sucede, sino porque también estuvo en esta Tierra y vivió como un ser humano en la persona de Jesucristo: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros» (Juan 1:14).
La vida terrenal de Jesús incluyó diversas dificultades: el abrasador calor del sol, el dolor de un estómago vacío y la incertidumbre de no tener una casa. Emocionalmente, enfrentó rechazo, traición y constantes amenazas de violencia; también el gozo de las amistades y el amor familiar, y todo lo peor que nosotros enfrentamos en este mundo. Por eso, también brinda esperanza, porque es el Admirable Consejero que nos escucha con paciencia e interés (Isaías 9:6), y puede decir: «Te entiendo. Yo pasé por eso».