Diario UniversitarioUna palabra…
Dos letras…
583 muertos.
Sucedió el 27 de marzo de 1977. El piloto de un Boeing747 dijo por radio a la torre: «Estamos ahora en el despegue», mientras su jet, envuelto en una densa neblina, empezaba a avanzar con estruendo en una pista de despegue de las Islas Canarias.
Este piloto escogió mal sus palabras. El controlador de tráfico aéreo entendió que había dicho que el gran Boeing tenía los motores encendidos en el punto de despegue esperando más instrucciones.
Por eso no advirtió al piloto que había otro avión, un 747 de Pan Am, oculto en una densa bruma blanca justo delante de él. El piloto del Boeing, pensando que todo estaba bien para lanzarse a los cielos, aceleró para despegar.
De repente se oyó un lamentable crujir de metales con un resultado final horroroso: 583 personas muertas.
La palabra en, una preposición, fue la que selló el destino de esta tragedia. Una simple palabra, pero que causó una devastación bien grave.
Todos los días, tú y yo tomamos decisiones respecto a las palabras que usamos. A veces nos involucramos en conversaciones que requieren que demos consejos … que guiemos a otras personas. ¿Qué palabras escoges en esos momentos? ¿Qué sabiduría extraes de tu cráneo?
Muchas veces podemos dirigir esas conversaciones a las respuestas máximas que hallamos en Dios y en su Palabra. Pero no podemos aconsejar ni testificar si no tenemos las palabras correctas. La Palabra de Dios es viva, poderosa, y no vuelve a Él vacía. Pero si somos vacíos, si ignoramos versículos o pasajes que realmente ayudarían a la gente, es probable que causemos devastación en vez de dar una buena orientación. Tal vez digamos «en» cuando debiera ser mucho más claro, mucho más firme, completamente basado enlo que Dios ha dicho.
Cuando estés «en el despegue» en tu próxima conversación, escoge tus palabras con cuidado. —TF

REFLEXIÓN
■ ¿He memorizado los versículos bíblicos que necesito para guiar a una persona a Cristo?
■ ¿Qué puedo hacer esta semana para mejorar mi conocimiento de pasajes bíblicos clave?
■ ¿Qué papel desempeña el Espíritu Santo en mis conversaciones?