Una mañana, en Perth, Australia, Fionn Mulholland descubrió que su auto había desaparecido. Entonces, se dio cuenta de que, por error, había estacionado en una zona restringida y lo habían remolcado. Después de considerar la situación (y la multa de 600 dólares), se sintió frustrado, pero decidió no enojarse con la persona que lo asistiría para recuperar su auto. En cambio, Mulholland escribió un poema cómico sobre la situación y se lo leyó al empleado del corralón. Al hombre le gustó el poema, y se evitó una posible confrontación desagradable.

El libro de Proverbios enseña: «Honra es del hombre dejar la contienda» (20:3). La contienda es esa fricción que hierve debajo de la superficie o explota entre personas que no se ponen de acuerdo.

Dios nos ha dado recursos para vivir en paz con los demás. Su Palabra nos garantiza que podemos enojarnos sin pecar (Efesios 4:26). Su Espíritu nos permite controlar las chispas de furia que nos llevan a atacar con nuestras palabras y acciones a los que nos agreden. Y Dios nos ha dado su ejemplo para imitar cuando nos provocan (1 Pedro 2:23). Él es misericordioso, clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad (Salmo 86:15).