Aquí tenemos que tener cuidado y darnos cuenta de que cualquier nación tiene derecho a defender sus fronteras legales y sus ciudadanos. Al mismo tiempo debemos tener cuidado de no confundir el estado moderno de Israel con los ejércitos y las tribus de Josué. Aunque se puede ver la mano de Dios en el regreso de grandes cantidades de judíos a la tierra, siempre debemos tener cuidado de distinguir entre lo que Dios puede estar haciendo o no con el pueblo judío, y lo que el pueblo judío está haciendo sin Dios. No está para nada claro que el estado moderno de Israel, espiritualmente impenitente, pueda reclamar tierra debido a un título de propiedad dado originalmente a los descendientes de Abraham, y luego revocado hasta los últimos días prometidos de la restauración física y espiritual de Israel.
Esta distinción es importante porque cuando los hijos de Israel llegaron por primera vez a la tierra, Dios los mandó a matar o expulsar a sus habitantes. En ese momento, el Dios de Israel autorizó la destrucción total de los cananeos que estaban viviendo como un pueblo idólatra y moralmente en bancarrota. Su envilecida religión exigía sacrificios humanos; su estructura social era brutal y deshumanizante; y su absoluta falta de decencia sexual condujo a un abuso continuo de las mujeres, los niños y los animales, y por consiguiente, a la propagación de enfermedades y la muerte.
Cuando Israel entró por primera vez en la tierra bajo el mandato directo de Dios, fue con líderes que fueron especialmente seleccionados por Él por su obediencia (Josué 1:7-9). Los israelitas mismos habían pasado por 40 años de purificación en el desierto, y no se les permitió entrar en Canaán hasta que hubo muerto una generación desobediente. A diferencia de la moderna Israel, los antiguos israelitas juraron fidelidad a Dios y sabían las consecuencias de la desobediecia (Deuteronomio 30:10,18; Josué 24). Además, a diferencia de la moderna Israel, Dios preparó milagrosamente el camino para ellos y los ayudó sobrenaturalmente, para que no se volvieran arrogantes y pensaran que habían llegado a poseer la tierra por medio de su propia fortaleza y astucia (Josué 24:1-20).
La ideología del zionismo moderno 1 no se basa en la fe religiosa. Es primordialmente agnóstica y fue fundada sobre la ideología del nacionalismo romántico del siglo XIX, el cual se basa en teorías de «pureza racial» y «derechos históricos sobre la tierra».
Como resultado de esta ideología basada en la raza, las metas máximas del zionismo no favorecían la coexistencia pacífica con los palestinos, sino que requerían planes para su expulsión. 2 En el transcurso de las décadas, «los pecados de los padres» (Daniel 9:16) se han encontrado claramente en ambos lados del conflicto israelí/palestino. Además, la nación de Israel, igual que el pueblo palestino, no está en un estado de arrepentimiento espiritual como lo requiere la norma del Nuevo Pacto. Por tanto, debemos preguntarnos si el moderno estado de Israel ha sido culpable de muchos de los mismos pecados corporativos que condujeron a su dispersión anterior.
Israel, como pueblo y nación, todavía tiene un papel importante en los planes de Dios. (Véase el artículo «¿En realidad dice la Biblia que los judíos son «el pueblo escogido de Dios»?» Sin embargo, Juan el Bautista, a quien Jesús llamó «el más grande de los profetas», advirtió a los líderes judíos que no se sintieran superiores sólo por su herencia racial:
Y no presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: «Tenemos a Abraham por padre», porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. El bieldo está en su mano y limpiará completamente su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible (Mateo 3:9-12).
Dios dispersó a la antigua nación judía a causa de sus fracasos morales y espirituales, y dejó claramente expresada su preocupación por la justicia y la probidad:
Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como una corriente inagotable (Amós 5:24).
Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios? (Miqueas 6:8)
Jesús declaró que Israel nunca tendrá la completa bendición de Dios hasta que su corazón se haya vuelto al arrepentimiento y la obediencia:
¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa se os deja desierta; y os digo que no me veréis más, hasta que llegue el tiempo en que digáis: «BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR» (Lucas 13:34-35).
El pacto de Dios con Abraham implica que Israel no será restaurada a su lugar de bendición en la tierra al precio de la injusticia y la violencia a los demás. («… y serás bendición.… Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.») Si Israel depende de la violencia y la injusticia para tomar control de la tierra, se encontrará enfrentando las mismas consecuencias que enfrentaron sus antepasados.
Notas:
- Zionismo es el nombre del movimiento judío internacional que empezó en el siglo XIX con las esperanzas de establecer una tierra judía en Palestina.
- Aunque al menos algunos líderes zionistas se dieron cuenta de que sería políticamente peligroso dar a conocer públicamente sus planes de limpieza étnica, algunas de sus intenciones se han documentado, y la historia demuestra que sus planes de expulsar a los palestinos se han puesto en práctica consecuentemente.
- Antes de la guerra de 1967, una mayoría de judíos estadounidenses se oponían al zionismo. Los judíos ortodoxos tendían a verlo como un intento inútil de establecer a Israel en ausencia del Mesías, y los judíos liberales lo veían como una violación a su compromiso con la libertad de religión en el contexto de la democracia representativa secular.
Escrito por: Dan Vander Lugt