Después de 17 años de adicción a las drogas y el alcohol, perseguir mujeres, haber abandonado la universidad y fracasado en mi carrera musical, encontré consuelo en la Escritura y en Narcóticos Anónimos. Mientras me encontraba en rehabilitación, un muchacho empezó a leer el libro de Proverbios en grupos. Otro de mis consejeros me mostró Romanos 8. Agregué estas cosas al cimiento cristiano que había adquirido en mi infancia, y ahora tengo trabajo como archivador para Alcohólicos Anónimos, hablo con otros adictos, voy a la iglesia y he dedicado mi vida a comunicar la buena noticia del amor y el perdón de Jesús.
Mientras visitaba un lugar «sobrio» de recreación, me llevé una copia de Nuestro Pan Diario. Sus historias me ayudaron a crecer espiritualmente cada vez que las leía. Ahora me encanta enviar pequeñas donaciones para ayudar a esta causa, y le doy gracias a Dios por la gente que difunde su Palabra a personas como yo, que antes estaba descorazonado y desesperado, y necesitaba la gracia y la misericordia del Señor. Hoy mi vida tiene significado, propósito y dirección. ¡Mi nueva vida está basada en el amor de Dios! ¡Gracias por su mensaje diario! ¡Ayudó a salvarme la vida!
—Lector de Nuestro Pan Diario