Por nuestros horarios y actividades, pasamos poco tiempo juntos durante la semana.
Cuando compré una copia de la edición anual de Nuestro Pan Diario, empecé a leer las meditaciones y a tener un tiempo de comunión con Dios. Al tiempo, mi esposa comenzó a interesarse y empezamos a tener el devocional juntos. Fue tan beneficioso que decidimos compartirlo con nuestros hijos.
Por la mañana, hacíamos el devocional con nuestro hijo durante el desayuno; y por la noche, con nuestra hija cuando regresaba. Y los fines de semana, lo hacíamos los cuatro juntos. Eran momentos tan preciosos cuando, como familia, orábamos y meditábamos en la Palabra del Señor, que mi hija decidió levantarse más temprano para que hiciéramos el devocional juntos durante el desayuno.
Puedo decir que esto ha cambiado nuestras vidas. Estamos más unidos, más atentos a las necesidades de los demás y en armonía con el Señor. Buscar a Dios como familia fue la bendición más grande que Dios nos podría otorgar. Gracias por ser una herramienta usada por Dios para acercamos a Él. Ahora, hasta parece que tenemos más tiempo durante la semana para estar juntos y celebrar la bendición de ser una familia. —Ezequiel, Brasil