A continuación enumeramos algunos criterios simples para examinar las creencias, actitudes y acciones de un grupo.

PRIMER CRITERIO: El rechazo de la doctrina que ha sido transmitida desde el principio a través de los apóstoles y de los autores inspirados de las Escrituras (2 Timoteo 1:13-14; Tito 1:9).

Jesús dijo:

En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador (Juan 10:1).

¿Acepta el grupo la Biblia como la Palabra escrita de Dios, o da a otros documentos igual o mayor importancia que las Escrituras? ¿Sale de las Escrituras la base para su doctrina y los valores de sus miembros, o establecen los líderes las normas arbitrariamente? Los principios de la libertad cristiana y el sacerdocio del creyente sólo se pueden honrar cuando las Escrituras son el juez máximo de los valores.

Un grupo que niegue doctrinas tan básicas como la Trinidad, la deidad de Cristo, la realidad de una resurrección corporal y la salvación por gracia solamente por medio de la fe en Cristo es a todas luces una secta.

SEGUNDO CRITERIO: liderazgo no bíblico

Jesús dijo:

Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis (Mateo 7:15-20).

Un grupo cristiano sano tiene líderes de buen carácter que aplican normas bíblicas para la disciplina de la iglesia (1 Corintios 5:9-13). Los líderes íntegros «dan fruto de arrepentimiento» (Mateo 3:8; Marcos 4:20; Lucas 6:43-49; Efesios 5:1-11; Colosenses 1:10). Aunque no hay líderes perfectos (2 Corintios 4:1-7), los líderes buenos:

Superficialmente, los líderes de las sectas pueden parecer dignos de confianza. Sin embargo, si uno los examina más de cerca, son hombres o mujeres perturbados con motivaciones y métodos cuestionables: inescrupulosos, manipuladores, autoritarios e inmorales. Reclaman una autoridad personal excesiva, niegan los principios de la libertad cristiana y el sacerdocio del creyente, e ignoran el patrón que Jesús estableció para resolver conflictos dentro de la iglesia (Mateo 18:15-17). Una observación más detallada por lo general revela que son esclavos del pecado de alguna manera obvia: adúlteros, mentirosos, intimidadores, difamadores, adictos sexuales, adictos a sustancias, etc.

TERCER CRITERIO: presión de grupo no saludable y hostilidad a la verdad

No hay ningún grupo de personas que esté dedicado perfectamente a la verdad. La corrupción de «la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida» (1 Juan 2:16) infecta a todas las congregaciones hasta cierto punto. Además, puesto que todas las iglesias está constituidas de una variedad de personas con una amplia gama de antecedentes, intereses y capacidades, cada una tendrá una perspectiva singular. Han de esperarse diferencias en los puntos de vista y errores ocasionales. Pero más allá de esas imperfecciones predecibles, existen expectativas razonables que cualquier iglesia legítima debe satisfacer.

Una iglesia sana lidia con la crítica o las preguntas respecto a su punto de vista de una manera abierta, honesta y paciente. (Algunas iglesias pueden ser como las sectas en su rigidez y actitud defensiva sin ser sectas abiertamente.) Las sectas, por otro lado, son defensivas, evasivas o beligerantes al extremo cuando se platean preguntas razonables. Promueven una atmósfera de yugo espiritual por medio del legalismo y la intimidación de grupo (2 Pedro 2:1-20). Muchas sectas prohiben a sus miembros que lean literatura que cuestione o esté en desacuerdo con su singular punto de vista.1

CUARTO CRITERIO: ¿Se separa el grupo de los de afuera sobre la base de normas arbitrarias y no bíblicas?

Un grupo cristiano sano practica la separación del mundo que se define bíblicamente (Mateo 5:20; Juan 17:15; 1 Corintios 5:9-13). Por el contrario, las sectas a menudo exhortan a sus miembros a aislarse del mundo de maneras no bíblicas. Muchas veces exhortan a sus miembros a que eviten el contacto con otros cristianos, o incluso con miembros de la familia que no pertenecen a su grupo en particular. Definen la calidad de miembro basándose en una lista arbitraria de cosas que se pueden y no se pueden hacer. A cualquiera que no esté dispuesto a estar de acuerdo con la lista lo tratan como a un extraño.

El apóstol Pablo expresó una actitud bíblica hacia la verdad cultural cuando dijo:

Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a mayor número (1 Corintios 9:19).

Todas las normas enumeradas arriba son importantes, pero algunas son más esenciales que otras. La primera es crucial. Todo alejamiento de la confianza en la autoridad de las Escrituras, doctrina ortodoxa o salvación por gracia por medio de la fe en Cristo solamente es una señal segura de que se trata de una secta. Los grupos que no pasan la primera prueba casi nunca pasarán las últimas tres tampoco. Por otro lado, algunos grupos que no son sectas en el sentido más estricto debido a su formal adhesión a la primera norma podrían ser gravemente deficientes en una o más de las tres. En tal caso, el grupo debe seguir considerándose «sectario» o «tipo secta», y evitarse.

Escrito por: Dan Vander Lugt

1. He aquí algunas cosas clave a considerar:

  • ¿Permite un grupo que examinen su propia historia, o amenaza con disciplina o expulsión a los miembros que la estudian muy de cerca?
  • ¿Permite el grupo el examen de sus enseñanzas a la luz de las Escrituras?
  • ¿Fomenta el grupo la discusión sobre sus características? (Lucas 1:3; 2 Timoteo 3:10-15).
  • ¿Ha establecido el grupo un sistema de salvación por obras?