La palabra demonización es un término acuñado recientemente por los evangélicos que creen que en los cristianos pueden habitar demonios. Estos evangélicos creen que en los cristianos pueden habitar demonios que controlan áreas de su espíritu no rendidas, al tiempo que no los poseen completamente (en el sentido de desplazar la unión entre su espíritu y el Espíritu Santo, o de quitarles la salvación).

Sin embargo, es importante notar que los términos demonización y demonizado son sencillamente transliteraciones de la palabra griega que tradicionalmente se ha traducido “poseído” (daimonizomai: Mateo 4:24; 8:16,28; 9:32; 12:22). Esta palabra indica un control demoníaco abrumador, como lo esclarece el Easton Bible Dictionary respecto a la posesión demoníaca: “Esta influencia se distingue claramente del poder de corrupción ordinario y de la tentación sobre los hombres. En lo demoníaco, la personalidad parece destruirse, y las acciones, palabras e incluso los pensamientos parecen estar dominados por el espíritu maligno (Hechos 19:15).”

No existe base bíblica para creer que un cristiano genuino puede estar bajo el grado de control demoníaco que indica la palabra daimonizomai. Primera a los Corintios 6:19 dice claramente que el Espíritu Santo establece una relación permanente e íntima con todos los creyentes. El cuerpo de un cristiano es el templo del Espíritu Santo. Otros pasajes también describen la presencia y el poder del Espíritu Santo en los corazones y las vidas de los cristianos (Juan 3:3-7; Romanos 8:5-11; 1 Corintios 12:12-13; 2 Corintios 1:21-22; 6:16; Efesios 1:13-14; Tito 3:4-7).

En todos los documentos que nos dejaron Pablo, Pedro, Juan y los otros escritores del Nuevo Testamento, no hay ni un pasaje que afirme directamente, o que implique siquiera, que los cristianos puedan tener que lidiar con su propio pecado o el pecado de otro cristiano confrontando o echando fuera un demonio.

Esto no significa que los cristianos puedan darse el lujo de descuidarse respecto al poder de Satanás. Las Escrituras nos advierten del peligro del mal espiritual (2 Corintios 2:11; Efesios 4:27; 6:11-12; Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8). Aunque los ejemplos bíblicos de posesión demoníaca implican un grado de control demoníaco directo que no puede existir cuando una persona ha establecido una relación íntima con Dios a través de la presencia interna del Espíritu Santo, los cristianos pueden ser oprimidos e influenciados por lo demoníaco. Uno de los ejemplos más impresionantes que hay en las Escrituras es el de la oposición de Simón Pedro al compromiso de Jesús con la cruz. 1

Irónicamente, en un intento disfrazado de confrontar directamente a los demoníaco, los cristianos a veces se obsesionan con ello. Esto sucede cuando concluyen por error que todo -o casi todo- el mal que perciben en sí mismos se deriva de una personalidad separada: Satanás o un demonio. Puede haber consecuencias desastrosas para los cristianos que atribuyen sus pecados personales a causas externas y demoníacas en vez de asumir la responsabilidad del mal que hay en sus propios corazones (véase la Respuesta a Preguntas Difíciles “¿Hay base bíblica para un ministerio de liberación en el cual los consejeros liberen a cristianos de la influencia demoníaca?”).

Escrito por: Dan Vander Lugt


Notas:

  1. “Pero volviéndose Él, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:23). Pero esta clase de influencia demoníaca no involucra posesión demoníaca ni “demonios que habitan en las personas”. Tampoco requiere exorcismo.