Una noche oscura estaba conduciendo por tierras de los Amish cuando de repente me encontré con un carruaje negro tirado por un caballo que lentamente chacoloteaba por la carretera, mitad en el borde y mitad en la pista. Sólo una bamboleante linterna de kerosene brillaba en la parte de atrás para advertirme de su presencia. Fue una experiencia desconcertante. Al pasar por su lado, todavía sintiendo los efectos de una descarga de adrenalina, me di cuenta cuán fácilmente pude haber hecho añicos la parte trasera del carruaje. Llegué a la conclusión de que ya que los conductores Amish nunca han conducido automóviles, no comprenden el peligro que los automóviles y los camiones representan para ellos en la noche.
La mayoría de las personas reconoce que existe una enorme cantidad de programas superficiales, de mal gusto e inmorales en la televisión y en la radio. Más aún, la mayoría de los cristianos y otras personas que creen en un Dios personal perciben la hostilidad de la industria del entretenimiento hacia los valores bíblicos. Estas circunstancias hacen que los padres cristianos sientan la tentación de desconectar el televisor, apagar el radio, confiscar los tocadores de discos compactos, y prohibir las salidas al cine. Aunque esta respuesta es comprensible, es probable que semejante intento de aislarse completamente o de aislar a la familia de los medios de comunicación modernos fracase.
Si la reacción de los cristianos ante medios de comunicación en gran parte corruptos es ignorarlos completamente, enfrentan un peligro similar al que enfrentan los Amish cuando ignoran la realidad del transporte moderno y de alta velocidad. La mayoría de los cristianos anhelan los «buenos tiempos», cuando las películas, la música, y los libros se censuraban (voluntariamente, no oficialmente) y la influencia de los medios del entretenimiento no era tan dominante. Pero, a pesar de la corrupción y las fallas, los medios de comunicación no están equivocados en sí mismos. Al igual que los automóviles, la medicina, la energía eléctrica, y la mayoría de las otras herramientas de nuestro mundo moderno, los medios de comunicación se pueden usar tanto para el bien como para el mal.
La Biblia nos dice que Dios envió a Su Hijo al mundo como una luz en la oscuridad. La Luz del mundo no huyó de la oscuridad; la desplazó. Como «hijos de luz» (Efesios 5:8), llevamos la luz de Dios (Mateo 5:14-16 ; 1 Tesalonicenses 5:4-8), estamos llamados a denunciar las «obras infructuosas de las tinieblas» y a aprovechar bien el tiempo (Efesios 5:11,16 ).
Si somos sensibles al Espíritu Santo y a la autoridad de las Escrituras, somos capaces de juzgar todas las cosas (1 Corintios 2:15). Por supuesto, eso no significa que no debamos ejercitar discernimiento en aquellas cosas a las que les dedicamos tiempo. También necesitamos reconocer nuestras áreas particulares de interés, y no darle espacio al diablo en nuestra vida cediendo a la tentación. Al igual que las primeras generaciones pudieron leer literatura publicada con entendimiento y discernimiento, podemos ejercitar discernimiento en nuestro uso de los medios de comunicación modernos.
Escrito por: Dan Vander Lugt