En 2005, cuando murió Rosa Parks, heroína de los derechos civiles en Estados Unidos, Oprah Winfrey consideró un privilegio elogiar con estas palabras a la mujer que, en 1955, rehusó cederle su asiento en un autobús a un hombre blanco: «Muchas veces pensé en lo que habrá implicado quedarse sentada, dado el clima que imperaba en aquella época y lo que podría haberle sucedido. Actuó sin pensar en sí misma y nos facilitó la vida a todos».

A menudo, usamos la palabra «elogio» para referirnos a situaciones en las que ponderamos a una persona. Al comienzo de Efesios, Pablo elogió al Dios vivo: «bendito sea el Dios y Padre». La palabra «bendito» significa «elogiado». Luego, invitó a los efesios a unirse a él en alabanza al Señor por todas las bendiciones espirituales: escogidos y adoptados por el Padre; redimidos, perdonados y revelados sobre el misterio del evangelio por el Hijo; y garantizados y sellados por el Espíritu. Esta gran salvación fue solo obra de la gracia de Dios.

Mantengamos nuestra mente enfocada en las bendiciones de Dios en Cristo, para que nuestro corazón desborde en un elogio que declare: «Para alabanza de su gloria».