Durante la temporada de béisbol de 2018, un entrenador de los Chicago Cubs quiso regalarle una pelota de béisbol a un niño que estaba sentado junto al banquillo. Pero cuando se la arrojó para que la atrapara, un hombre la atajó. El video de lo sucedido se viralizó. Los medios despedazaron a aquel «bruto». Sin embargo, los espectadores no conocían toda la historia. Anteriormente, el hombre había ayudado al muchacho a atrapar una bola perdida y habían acordado compartir la siguiente. Por desgracia, pasaron 24 horas antes de que surgiera la verdad. Las multitudes ya habían hecho estragos, demonizando a un hombre inocente.
Muchas veces, creemos que tenemos toda la información, cuando solo disponemos de fragmentos. Sin embargo, la Escritura nos advierte que no admitamos «falso rumor» (Éxodo 23:1). Debemos hacer todo lo posible por confirmar la verdad antes de acusar, para no participar de mentiras. Tenemos que ser cuidadosos cuando empezamos a sentirnos justicieros, y las pasiones se encienden y nos inunda la crítica a los demás.
Como creyentes en Jesús, que Dios nos ayude a no difundir mentiras. Que nos provea lo necesario para mostrar sabiduría y asegurarnos de que nuestras palabras sean veraces.