Nos fuimos adentrando en el bosque, cada vez más lejos del pueblo en la provincia de Yunnan, China. Después de una hora, escuchamos el rugido ensordecedor del agua y llegamos a un claro con una hermosa vista de una espectacular cascada de agua.

Nuestros compañeros de caminata, que vivían en el pueblo, decidieron hacer un picnic. Una gran idea, pero ¿dónde estaba la comida? Mis amigos desaparecieron en el bosque y volvieron con una variedad de frutas y vegetales, e incluso unos peces. El shuixiangcai parecía extraño con sus pequeñas florecillas violetas, ¡pero tenía un sabor celestial!

Esto me recordó que la creación declara la provisión extraordinaria de Dios. Podemos ver pruebas de su generosidad en «toda clase de plantas con semillas y árboles que dan frutos con semillas» (Génesis 1:12 ntv). Dios nos hizo y nos dio para comer «toda planta que da semilla […] y todo árbol en que hay fruto y que da semilla» (v. 29).

¿A veces te cuesta confiar en que Dios suplirá tus necesidades? ¿Por qué no das una caminata en la naturaleza? Que lo que veas te recuerde las palabras reconfortantes de Jesús: «No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? […] vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas» (Mateo 6:31-32).