Durante catorce años, Opportunity, el robot que había descendido en Marte, se comunicaba fielmente con la NASA, enviando imágenes y analizando materiales. Pero en 2018, la comunicación terminó cuando una gran tormenta de polvo cubrió sus paneles solares y el vehículo quedó sin energía.

¿Es posible que nosotros podamos permitir que algún «polvo» bloquee nuestra comunicación con Alguien fuera de este mundo? Cuando se trata de la oración —comunicarse con Dios—, hay ciertas cosas que pueden interponerse.

La Escritura afirma que el pecado puede bloquear nuestra relación con Dios: «Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado» (Salmo 66:18). Jesús enseña: «cuando estéis orando, perdonad, […] para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros» (Marcos 11:25). Las dudas y los problemas relacionales también obstaculizan nuestra comunicación con Dios (Santiago 1:5-7; 1 Pedro 3:7).

El bloqueo del Opportunity parece ser irreversible, pero nuestras oraciones no tienen que continuar bloqueadas. Mediante la obra del Espíritu Santo, al confesar nuestros pecados y volvernos al Señor, experimentamos por su gracia la mayor comunicación que el universo haya conocido: la oración uno a uno entre nosotros y nuestro Dios.