Alan vino a pedirme consejo sobre cómo lidiar con el temor a hablar en público. Como les sucede a muchos, sentía palpitaciones, se le secaba la boca y se ponía todo colorado. La glosofobia es uno de los miedos sociales más comunes; ¡hay quienes bromean diciendo que tienen más miedo de hablar en público que de morir! Para ayudarlo a vencerlo, le sugerí que se enfocara en la esencia de su mensaje en lugar de cómo lo comunicaría.
Cambiar el foco a qué se compartirá, en vez de la habilidad para hacerlo, es similar al enfoque de Pablo para guiar a otros hacia Dios. Cuando le escribió a la iglesia de Corinto, señaló que su predicación no era «con palabras persuasivas de humana sabiduría» (1 Corintios 2:4), sino centrado exclusivamente en la verdad de Jesucristo y su crucifixión (v. 2); confiado en que el Espíritu Santo potenciaba sus palabras, no su elocuencia como orador.
Cuando conocemos personalmente a Dios, queremos hablarles de Él a quienes nos rodean, pero a veces no nos atrevemos porque tememos no presentarlo bien; con palabras «correctas» o elocuentes. En cambio, al enfocarnos como Pablo en el «qué» —quién es Dios y sus obras maravillosas— podemos confiar en que Él dará poder a nuestras palabras y las compartiremos sin temor ni reticencia.