Los cuatro capellanes no fueron conocidos como «héroes», pero una noche helada de 1943, cuando su transportador fue alcanzado por un torpedo durante la Segunda Guerra Mundial, se entregaron por completo a calmar a cientos de soldados en pánico. Con el barco hundiéndose y hombres heridos saltando a los atestados botes salvavidas, aplacaban el pandemonio «predicando coraje», como dijo un sobreviviente.

Cuando se acabaron las chaquetas salvavidas, se quitaron las suyas y las dieron a jóvenes aterrorizados. Habían decidido hundirse con el barco para que otros pudieran vivir. Con los brazos entrelazados mientras el barco se hundía, oraban en voz alta, alentando a los que morían con ellos. Otro sobreviviente dijo: «Fue lo más maravilloso que vi de este lado del cielo».

La valentía caracteriza su saga, pero el amor es lo que define su entrega. Pablo instó a todos los creyentes a tener ese amor, incluidos los miembros de la iglesia de Corinto, sacudida por conflictos, corrupción y pecado: «Manténganse atentos y firmes en la fe; sean fuertes y valientes» (1 Corintios 16:13 rvc). Y agregó: «Todas vuestras cosas sean hechas con amor» (v. 14).

Es un mandato excelente para todo creyente en Cristo; en especial, durante una crisis. Una reacción valiente y amorosa es un reflejo de Él.