Por 300.000 dólares, puedes comprar un McLaren 720S. El auto deportivo tiene una potencia de 710 caballos de fuerza… bastante más de lo que necesitas para tu viaje matutino al trabajo.
Por supuesto, podrías estar tentado a usar toda esa potencia. Un conductor descubrió que su McLaren era tan «rápido» ¡que podía ir desde un lujoso salón de exhibiciones al desguace en tan solo 24 horas! Un día después de comprarlo, se estrelló contra un árbol.
A apenas tres capítulos del comienzo de la Biblia, descubrimos cómo otra mala decisión y un árbol arruinaron la creación de Dios. Adán y Eva comieron del único árbol que no debían tocar (Génesis 3:11). La historia recién empezaba, y el paraíso quedó maldito (vv. 14-19).
Otro árbol jugaría un papel para deshacer esta maldición: la cruz donde Jesús padeció por nosotros. Su muerte pagó por nuestro futuro con Él (Deuteronomio 21:23; Gálatas 3:13).
La historia completa el ciclo en el último capítulo de la Biblia. Allí leemos sobre «el árbol de la vida», el cual crece junto al «río limpio de agua de vida» (Apocalipsis 22:1-2). Tal como describe Juan, este árbol será «para la sanidad de las naciones» (v. 2). Y nos asegura: «no habrá más maldición» (v. 3). La historia de Dios tiene el final feliz que todos anhelamos.