Más de 200 voluntarios ayudaron a una librería en Southampton, Inglaterra, a trasladar sus existencias a otro local cercano. Los colaboradores se alinearon en la vereda y se pasaban los libros como una «cinta transportadora humana». Al verlos, un empleado de la tienda dijo: «Fue […] una experiencia realmente conmovedora ver a la gente [ayudando]. Querían ser parte de algo más grande».
Nosotros también podemos ser parte de algo mucho más grande que nosotros mismos: Dios nos utiliza para alcanzar al mundo con el mensaje de su amor. Como alguien compartió ese mensaje con nosotros, así también podemos transmitirlo a otra persona. Pablo comparó esto con un huerto que crece. Algunos plantan la semilla, mientras que otros la riegan. Dijo: «somos colaboradores de Dios» (1 Corintios 3:9).
Cada tarea es importante, pero todas son hechas en el poder del Espíritu de Dios, quien estremece espiritualmente a las personas cuando escuchan que Dios las ama y que envió a su Hijo a morir en su lugar para que puedan ser libres de su pecado (Juan 3:16).
Gran parte de su obra Dios la hace a través de «voluntarios» como tú y yo. Somos integrantes de una comunidad más grande a la que podemos ayudar a crecer trabajando juntos para compartir el amor de Dios con el mundo.