Warren Buffett y Bill y Melinda Gates hicieron historia cuando prometieron donar la mitad de su dinero a la campaña Giving Pledge. Esto llevó al psicólogo Paul Piff a estudiar los patrones sobre las dádivas. Mediante una investigación, descubrió que los pobres tendían a dar un 44 % más de lo que tenían que los ricos. Los que han experimentado personalmente la pobreza suelen ser movidos a una mayor generosidad.
Jesús lo sabía. Al visitar el templo, observaba a la gente poner dinero en un arca (Marcos 12:41). Los ricos echaban fajos de dinero, pero una viuda pobre sacó las dos últimas monedas que tenía —que no valían casi nada— y las colocó en la cesta. Jesús, puesto en pie, con deleite y asombro, reunió a sus discípulos para que no se perdieran ese deslumbrante acto, y exclamó: «esta viuda pobre echó más que todos» (v. 43). Los discípulos se miraron perplejos y esperando que alguno pudiera explicar lo que Jesús estaba diciendo. Entonces, Él lo dejó claro: los que trajeron grandes ofrendas «han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento» (v. 44).
Tal vez tengamos poco para dar, pero Jesús nos invita a dar de nuestra pobreza. Aunque a los demás les parezca escaso, damos lo que tenemos, y Dios se deleita en nuestra generosa ofrenda.