Guillermo se mudó a un pueblo para pastorear una iglesia. Después de algunos éxitos al principio de su ministerio, una persona del lugar se le puso en contra. Inventó una historia que lo acusaba de actos horrorosos y la llevó a un periódico local, e incluso imprimió las acusaciones en panfletos para enviarlos por correo a los habitantes del lugar. Guillermo y su esposa comenzaron a orar fervientemente. Si la gente creía esa mentira, sus vidas cambiarían por completo.
Una vez, el rey David experimentó algo parecido al enfrentar una calumnia de parte de un enemigo. Dijo: «Todos los días ellos pervierten mi causa; contra mí son todos sus pensamientos para mal» (Salmo 56:5). Ese ataque constante lo dejó temeroso y desconsolado (v. 8). Pero en medio de la batalla, hizo esta poderosa oración: «En el día que temo, yo en ti confío. […] ¿Qué puede hacerme el hombre?» (vv. 3-4).
La oración de David puede ser un modelo para nosotros hoy. En tiempos de temor o acusaciones, acudimos a Dios y ponemos nuestra lucha en sus poderosas manos; y enfrentando la situación con Él, recordamos cuán limitados son los esfuerzos en contra de nosotros.
El periódico ignoró aquella historia, y por alguna razón, los panfletos nunca se repartieron. Habla con Dios de tus batallas, y Él peleará por ti.