El pronóstico decía bomba ciclónica. Esto sucede cuando una tormenta invernal se intensifica rápidamente porque la presión atmosférica desciende. Cuando cayó la noche, las ventiscas hacían casi imposible ver en la carretera hacia el aeropuerto de Denver. Casi. Pero cuando es tu hija la que está volando para venir a visitarte, haces lo que tienes que hacer. Llevas más ropa y agua (por si te pierdes en el camino), conduces lentamente, oras sin cesar y por último —aunque no menos importante— confías en tus luces delanteras. Y a veces, logras lo casi imposible.
Jesús predijo una tormenta en el horizonte: una que incluiría su muerte (Juan 12:31-33), y otra que desafiaría a sus seguidores a permanecer fieles y servir (v. 16). Se pondría oscuro, y ver casi sería imposible. Casi. Entonces, ¿qué les dijo Jesús que hicieran? Creer, o confiar, en la Luz (v. 36). Esa era la única manera de seguir avanzando y mantenerse fieles.
Jesús estaría con ellos apenas un tiempo más. Pero los creyentes tenemos su Espíritu como nuestro guía constante para alumbrar el camino. Nosotros también enfrentaremos momentos oscuros cuando sea casi imposible ver lo que está por delante. Casi. Creyendo, o confiando, en la Luz podemos continuar avanzando.