En un viaje a Washington, D. C., el escritor Arthur Brooks escuchó que una mujer mayor le susurraba a su esposo: «No es cierto que nadie te necesite más». Él murmuró algo sobre desear estar muerto, y ella le dijo: «Termina con eso». Al bajar del avión, Brooks reconoció al hombre de inmediato: un famoso héroe mundial. Algunos pasajeros lo saludaron y el piloto le agradeció por el valor demostrado décadas antes. ¿Cómo se había hundido aquel hombre en semejante desesperanza?

El profeta Elías había derrotado valientemente y solo a 450 profetas de Baal (1 Reyes 18), pero no era tan así, ¡ya que Dios había estado allí en todo momento! Tiempo después, sintiéndose solitario, le pidió a Dios que le quitara la vida. En cambio, el Señor le puso por delante a otras personas para servirlas. Le dijo: «Ve, […] y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú […] por rey sobre Israel; y a Eliseo […] para que sea profeta en tu lugar» (19:15-16). Fortalecido con un propósito renovado, buscó a Eliseo y lo entrenó para que fuera su sucesor.

Tal vez sientes que tus victorias quedaron en el pasado o que nunca te destacaste en nada. No importa, mira a tu alrededor. Siempre hay otros que te necesitan. Sírvelos bien en el nombre de Jesús; ellos son tu propósito, la razón de que sigas aquí.