Instrumentos de paz
Cuando la Primera Guerra Mundial se desató en 1914, el estadista británico Sir Edward Grey declaró: «Se están apagando lámparas por toda Europa; no las veremos encenderse otra vez mientras vivamos». Tenía razón. La guerra dejó veinte millones de muertos y veintiún millones de heridos.
Evitar el conflicto
En su tributo junto a la tumba de un famoso científico holandés, Albert Einstein no mencionó sus disputas científicas. En cambio, recordó la «incesante bondad» de Hendrik A. Lorentz, conocido por su carácter agradable y su trato justo con los demás. «Todos lo seguían con gusto —dijo Einstein—, porque sentían que no quería dominar, sino que siempre deseaba ser útil».
Acciones valerosas
John Harper no tenía idea de lo que estaba por suceder cuando se embarcó en el Titanic con su hijita de seis años. Pero sí sabía algo: amaba a Jesús y deseaba con pasión que otros lo conocieran. Apenas el barco chocó contra un iceberg y el agua comenzó a entrar, Harper, que era viudo, puso a su hijita en un bote salvavidas y se dirigió al caos para salvar a todas las personas que pudiera. Mientras distribuía chalecos salvavidas, se dice que gritaba: «¡Que las mujeres, los niños y los que no son salvos entren a los botes!». Hasta su último aliento, Harper habló de Jesús con todo el que lo rodeara. Dio su vida para que otros pudieran vivir.
Una falsa seguridad
Hace unos años, mi médico me habló duramente sobre mi salud. Tomé en serio sus palabras y empecé a ir al gimnasio y ajustar mi dieta. Con el tiempo, tanto mi colesterol como mi peso bajaron, y aumentó mi autoestima. Pero después, empecé a notar los hábitos alimentarios de los demás y a juzgarlos. Es interesante que cuando encontramos un sistema de valoración que nos conviene, lo usamos para elevarnos y rebajar a los demás.
Si tan solo pudiéramos…
El cedro se agitaba de un lado al otro en los fuertes vientos de la tormenta. A Regina le encantaba ese árbol, el cual no solo había provisto refugio del sol del verano, sino también privacidad para la familia. Ahora, la violenta tempestad estaba arrancándolo de raíz. Rápidamente, Regina corrió a intentar rescatar el árbol, acompañada por su hijo de quince años. Pero por más que trataron, no les alcanzó la fuerza.
Zapatos prestados
En medio del caos de huir de su hogar durante los incendios de California en 2018, Gabriel, un estudiante del último año de escuela secundaria, se perdió la carrera a campo traviesa para clasificar a nivel estatal, para lo cual había estado entrenando cuatro años. Debido a las circunstancias, la junta estatal de deportes le dio otra oportunidad: tendría que correr solo y calificar por tiempo en la pista de una escuela rival con «zapatos comunes», porque sus zapatillas deportivas estaban en medio de los restos carbonizados de su casa.
Ningún obstáculo imposible
Hace tiempo, organicé una excursión para estudiantes a una pista de obstáculos. Les indicamos que se pusieran el equipo de seguridad y escalaran una pared de dos metros y medio de altura. Los primeros animaban a cada escalador a confiar en el arnés y seguir avanzando sin mirar abajo. Pero una alumna tuvo miedo. «No puedo hacerlo, es imposible», dijo. Reafirmando la seguridad de su arnés, la animamos mientras ella trepaba y llegaba a la plataforma en lo alto.
Dentro del fuego
Un incendio descontrolado en Andilla, España, carbonizó casi 20.000 hectáreas de bosque. Pero en medio de la devastación, un grupo de casi 1.000 cipreses permaneció en pie. La capacidad de los árboles de retener agua les permitió sobrevivir al incendio.
Cuando Dios habla
Lili, traductora de la Biblia, regresaba a su país en avión cuando la detuvieron en el aeropuerto. Le revisaron su teléfono celular, y cuando los oficiales encontraron una copia de audio del Nuevo Testamento, le confiscaron el teléfono y la interrogaron durante dos horas. En un momento, le pidieron que abriera la aplicación de la Biblia, que justo estaba en Mateo 7:1-2: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido». Al escuchar esas palabras en su propio idioma, uno de los oficiales se puso pálido. Al rato, la liberaron y no tuvo más problemas.
El camino largo
A medida que sus compañeros de trabajo eran ascendidos, Benjamín no podía evitar sentir un poco de envidia. Pero decidió dejar su carrera en manos de Dios y hacer bien su tarea.