Se busca: Sabiduría
Carlitos, de dos años, se perdió. No obstante, tres minutos después de que su mamá llamara al 911, un guardia lo encontró a solo dos cuadras de su casa en la feria del pueblo. Ella le había prometido que lo dejaría ir más tarde con su abuelo, pero el niño condujo su tractor de juguete hasta allí y lo estacionó junto a su entretenimiento favorito. Cuando estuvo de regreso a salvo en su casa, su papá, sabiamente, quitó la batería del juguete.
Los dragones de la vida
¿Alguna vez luchaste con un dragón? Si respondiste que no, el escritor Eugene Peterson no concuerda contigo. En su libro Una larga obediencia en la misma dirección, escribió: «Los dragones son proyecciones de nuestros miedos […]. Un campesino que se confronta con un enorme dragón es totalmente superado». Su idea es que la vida está llena de dragones: problemas graves de salud, pérdidas repentinas de trabajo, matrimonios fracasados, hijos descarriados. Contra estos peligros y fragilidades enormes de la vida no podemos luchar solos.
Una reacción crítica
Las palabras ásperas lastiman. Por eso, mi amigo —ganador de un premio como escritor— luchaba sobre cómo reaccionar ante la crítica que recibió de un libro nuevo, al que un respetado columnista de una revista había elogiado ambiguamente, diciendo que estaba bien escrito pero haciendo una reseña sumamente dura. Dirigiéndose a sus amigos, preguntó: «¿Cómo debo responder?».
La naturaleza de Zax
En una de sus historias fantasiosas, el Dr. Seuss cuenta sobre «Zax-al-norte y Zax-al-sur» que se cruzan en la pradera de Prax. Al enfrentarse cara a cara, ningún Zax se corre a un lado. Enojado, uno de ellos jura que no se moverá… ni siquiera si eso hace que «el mundo entero se quede quieto». Sin inmutarse, el mundo sigue moviéndose y construye una carretera alrededor de ellos.
¿Le importamos a alguien?
Durante unos meses, me he estado comunicando con un joven que está pensando profundamente en la fe. En una ocasión escribió: «No somos más que diminutos e infinitesimales incidencias pasajeras en el cronograma de la historia. ¿Le importamos a alguien?».
La volverás a ver
Mientras empujaba una silla cerca de la cama de mi amiga, la habitación del centro de cuidados especiales estaba oscura y en silencio. Antes de batallar contra el cáncer durante tres años, ella había sido una persona dinámica. Todavía puedo imaginarla riéndose, con los ojos llenos de vida y una sonrisa que le iluminaba el rostro. Ahora estaba callada y quieta. Sin saber qué decir, decidí leer la Biblia, así que la saqué de mi bolso, busqué un pasaje de 1 Corintios y empecé a leer.
Empieza con el final
«¿Qué quieres ser cuando seas grande?», solían preguntarme cuando era chico. Y las respuestas cambiaban como el viento: doctor, bombero, misionero, líder de canto, físico… o en realidad, ¡MacGyver! (un personaje favorito de televisión). Ahora, como padre de cuatro hijos, pienso cuán difícil les debe de resultar que les hagan esa pregunta. Hay momentos en que quiero decir: «¡Yo sé en qué te vas a destacar!». A veces, los padres ven más en sus hijos que lo que estos pueden ver en sí mismos.
Consuelo extraño
El versículo que recibió Lisa en la tarjeta parecía inadecuado: «Entonces el Señor abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo» (2 Reyes 6:17). ¡Tengo cáncer! —pensó confundida— ¡Acabo de perder un bebé! Un versículo sobre soldados ángeles no tiene nada que ver.
Sacar la intrusa
Acababa de amanecer cuando mi esposo se levantó y fue a la cocina. Vi que encendió la luz y la apagó, y me pregunté por qué. Entonces, recordé que la mañana anterior yo había gritado al ver una «intrusa» sobre la mesada de la cocina. Traducido: una criatura desagradable de seis patas. Mi esposo sabía de mi paranoia, y llegó de inmediato para sacarla. Esa mañana, se había levantado más temprano para asegurarse de que no hubiera ningún insecto y yo pudiera entrar sin preocuparme. ¡Qué gran muchacho!
No nos soltará
Julio cruzaba en bicicleta el puente George Washington —una ruta transitada de doble calzada que une la ciudad de Nueva York con Nueva Jersey—, cuando enfrentó una situación de vida o muerte. Un hombre estaba parado en una plataforma sobre el río Hudson, listo para saltar. Como sabía que la policía no llegaría a tiempo, Julio saltó de la bicicleta y corrió con los brazos extendidos, diciendo: «No lo hagas. Te amamos». Entonces, como un pastor con un cayado, abrazó al hombre consternado, y con la ayuda de otro transeúnte, lo puso a salvo. Según los informes, Julio no soltó al hombre, aun después de que estaba a salvo.