Mientras conducía por una zona de bajos recursos cerca de su iglesia, el pastor Chad Graham comenzó a orar por sus «vecinos». Cuando notó una pequeña tienda para lavar ropa, entró para mirar y vio que estaba llena de clientes. Uno le pidió una moneda para activar la lavadora. Ese breve pedido dio inicio a un «Día de lavado» semanal patrocinado por su iglesia. Los miembros donan monedas y jabón, oran con los clientes y ayudan financieramente al dueño del lugar.

Esta actividad de evangelización en el vecindario —que se atreve a incluir un lavadero— responde a la gran comisión de Jesús a sus discípulos: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28:18-19).

La presencia poderosa del Espíritu Santo permite evangelizar en «todas» partes. No vamos solos, ya que Jesús prometió: «yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (v. 20).

El pastor Chad experimentó esta verdad tras orar por un cliente que tenía cáncer. Dijo: «Cuando abrimos los ojos, todos estaban orando con nosotros. Fue uno de los momentos más sagrados que he vivido como pastor».

¿La lección? Vayamos a todas partes a proclamar a Cristo.