Las palabras ásperas lastiman. Por eso, mi amigo —ganador de un premio como escritor— luchaba sobre cómo reaccionar ante la crítica que recibió de un libro nuevo, al que un respetado columnista de una revista había elogiado ambiguamente, diciendo que estaba bien escrito pero haciendo una reseña sumamente dura. Dirigiéndose a sus amigos, preguntó: «¿Cómo debo responder?».
Uno le dijo que lo pasara por alto, y yo le compartí consejos de revistas de escritura sobre ignorar tales críticas o aprender de ellas sin dejar de trabajar y escribir.
Finalmente, decidí ver qué dice la Escritura —que tiene el mejor consejo— sobre cómo reaccionar a las críticas duras. Santiago aconseja: «todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (1:19). Y Pablo sugiere: «Vivan en armonía unos con otros» (Romanos 12:16 nvi).
Asimismo, todo un capítulo de Proverbios brinda muchos consejos sabios respecto a cómo reaccionar ante las disputas: «La blanda respuesta quita la ira» (15:1); «el que tarda en airarse apacigua la rencilla» (v. 18); «el que escucha la corrección tiene entendimiento» (v. 32). Que Dios nos ayude a controlar nuestra lengua, como hizo mi amigo. Más aún, la sabiduría nos instruye temer al Señor, porque «a la honra precede la humildad» (v. 33).