Tirantes, ladrillos y Dios
Después de orar sobre lo que Dios los llamaba a hacer en la próxima etapa de sus vidas, Marcos y Nina decidieron mudarse al centro de la ciudad. Compraron una casa y empezaron a restaurarla… hasta que llegó la tormenta. Marcos me escribió: «Esta mañana tuvimos una sorpresa. El tornado que pasó derrumbó nuestra renovación; hasta los tirantes y los ladrillos. Dios tiene algo entre manos».
Todos necesitan un mentor
Mientras entraba en la oficina de mi nuevo supervisor, me sentía recelosa y vulnerable. Mi antiguo supervisor nos había tratado con dureza y desdén, lo que nos dejaba a menudo llorando. Ahora me preguntaba: ¿Cómo sería mi nuevo jefe? En cuanto entré, mis temores se disiparon al recibirme él con calidez y pedirme que le contara de mí y mis frustraciones. Me escuchó atentamente, y por su expresión amable y palabras agradables, supe que realmente le importaba. Era creyente en Cristo, y se convirtió en mi mentor, incentivador y amigo.
Las manos de un camionero
La noticia fue tremenda. Tras sobrevivir al cáncer de próstata, a mi padre le diagnosticaban cáncer de páncreas. Él es quien atiende todo el tiempo a mi madre que padece una enfermedad crónica, así que con ambos necesitando cuidados, se avecinaban días muy difíciles.
¿Para quién es?
La escena me hizo reír a las carcajadas. Las multitudes se habían ubicado a lo largo de una avenida en México, ondeando banderas y arrojando confeti mientras esperaban al papa. Por el medio de la calle, un cachorro perdido corría, pareciendo sonreír, como si los festejos fueran solo para él. ¡Sí! Cada perro debería tener su día, y debería parecerse a eso.
Escoger la esperanza
Soy una entre millones que padecen TAE [trastorno afectivo estacional], una clase de depresión común en lugares con poca luz del sol por el invierno. Cuando empiezo a temer que la congelada calamidad del invierno no terminará nunca, busco ansiosamente evidencias de que días más largos y temperaturas más cálidas se acercan.
Oraciones en la playa
Durante un viaje para celebrar nuestro 25.° aniversario, mi esposo y yo leíamos nuestras Biblias en la playa. Cuando los vendedores pasaban y nos ofrecían sus mercancías, les agradecíamos, pero no compramos nada. Uno de ellos, Fernando, sonrió ante mi negativa e insistió en que compráramos regalos para los amigos. Después de rechazar su invitación, él tomó las cosas y empezó a irse… aún con una sonrisa. «Oro a Dios para que bendiga su día», le dije.
Esforzado y valiente
Cada noche, cuando Caleb cerraba los ojos, sentía que la oscuridad lo envolvía. Habitualmente, el silencio de su cuarto se interrumpía con el crujido de su casa de madera en Costa Rica. Los murciélagos en el ático empezaban a volar. Su madre le había puesto una luz de noche, pero el niño seguía temiéndole a la oscuridad. Una noche, su padre colocó un versículo bíblico al pie de su cama. Decía: «Esfuérzate y sé valiente. No temas […], que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo» (Josué 1:9). Caleb dejó esa promesa de Dios en su cama hasta que fue a la universidad.
Sobrevivir a la sequía
En 2019, un suburbio de Victorville, California, quedó sepultado bajo cardos rodadores empujados por fuertes vientos desde el desierto Mojave. Estas plantas pueden alcanzar 1,80 metros de altura; algo formidable cuando se suelta de sus raíces para «rodar» con el viento y esparcir sus semillas.
¿Buen tiro?
Cuando Bambi, de Walt Disney, fue reeditada, madres y padres evocaron con sus hijos recuerdos de su niñez. Una joven madre, cuyo esposo era amante de la caza y tenía trofeos impresionantes, fue una de ellos. Junto con sus hijos, expresó su conmoción cuando Bambi perdió a su madre tras el disparo de un cazador. Hasta hoy, en los encuentros familiares, le recuerdan la vergüenza que pasó cuando, con total inocencia, su hijito exclamó en el cine: «¡Buen tiro!».
Día de lavado
Mientras conducía por una zona de bajos recursos cerca de su iglesia, el pastor Chad Graham comenzó a orar por sus «vecinos». Cuando notó una pequeña tienda para lavar ropa, entró para mirar y vio que estaba llena de clientes. Uno le pidió una moneda para activar la lavadora. Ese breve pedido dio inicio a un «Día de lavado» semanal patrocinado por su iglesia. Los miembros donan monedas y jabón, oran con los clientes y ayudan financieramente al dueño del lugar.