Edward Payson tuvo una vida sumamente difícil. La muerte de su hermano menor lo destrozó. Padecía bipolaridad, y durante días, sufría terribles migrañas. Como si eso fuera poco, quedó paralítico de un brazo al caerse de un caballo, ¡y casi muere de tuberculosis! Lo sorprendente es que no se desanimó ni perdió las esperanzas. Sus amigos dijeron que antes de morir, tenía un gozo inmenso. ¿Cómo puede ser?

En su carta a los creyentes de Roma, Pablo expresó su plena confianza en que Dios nos ama a pesar de las circunstancias. Preguntó valientemente: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Romanos 8:31). Si Dios dio a su Hijo Jesús para salvarnos, también proveerá todo lo necesario para que terminemos bien esta vida. Luego, enumeró siete situaciones aparentemente insoportables que tuvo que enfrentar: tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro y espada (v. 35), infiriendo que el amor de Cristo no evitaría que sucedieran cosas malas. Pero agregó que «en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (v. 37).

En medio de las incertidumbres de este mundo, podemos confiar en Dios por completo, sabiendo que nada, absolutamente nada, «nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (v. 39).