Flannery O’Connor, quien llegó a ser una aclamada escritora estadounidense, también atrajo la curiosidad de muchos porque a los seis años de edad y en la granja de su familia, le enseñó a su gallina a caminar hacia atrás. Este suceso, además de resultarme novedoso, me pareció una metáfora perfecta. Debido a su sensibilidad literaria y sus convicciones espirituales, Flannery pasó 39 años de su vida caminando hacia atrás: pensando y escribiendo en dirección contraria a la cultura reinante. Todos quedaban totalmente desconcertados por la forma en que sus temas bíblicos iban en contra de las perspectivas religiosas esperadas.
Una vida en contra de las normas es inevitable para los que imitan a Cristo. Filipenses 2:6 nos dice que aunque Jesús era «igual» a Dios, no actuó como nosotros suponíamos. No usó su poder «como algo a qué aferrarse», sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo» (vv. 6-7 LBLA). Cristo, el Señor de la creación, se entregó a la muerte por amor. No se aferró a su prestigio, sino que abrazó la humildad. Renunció al control. En esencia, caminó hacia atrás: en contra de las formas de este mundo.
La Escritura nos dice que hagamos lo mismo (v. 5). Como Cristo, sirvamos en lugar de dominar. Demos en vez de recibir. En su poder, caminemos para atrás.