¿Qué significa ser real? Esta es la gran pregunta que responde el libro para niños titulado El conejo de terciopelo. Cuenta la historia de juguetes en una guardería y la travesía de un conejo de peluche para volverse real al permitir que un niño lo ame. Entre los juguetes, está el viejo y sabio Caballo de tela, quien «había visto llegar una larga sucesión de juguetes mecánicos que se jactaban y fanfarroneaban, y que uno a uno se rompían […] y desaparecían». Su aspecto era impresionante, pero al final, su jactancia no servía de nada cuando se trataba de brindar amor.
La jactancia comienza con fuerza, pero al final, siempre se desvanece. Jeremías enumera tres áreas en las que se manifiesta: «sabiduría, […] valentía […] riquezas» (Jeremías 9:23). El sabio profeta de la antigüedad había vivido lo suficiente para saber bastante, y contrarrestó dicha jactancia con la verdad del Señor: «alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Señor, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra» (v. 24).
Al ser hijos suyos, jactémonos de Dios, nuestro Padre bondadoso. En el desarrollo de la historia de su gran amor, esta es la forma maravillosa en que tú y yo nos volvemos cada vez más reales, más auténticos.