Cuando volvíamos de la luna de miel, mi esposo y yo estábamos esperando para registrar el equipaje. Le toqué el brazo y le señalé a un hombre parado cerca.
Mi esposo me miró de reojo y preguntó: «¿Quién es?».
Emocionada, mencioné uno tras otro los papeles más destacados del actor, y luego, me acerqué y le pedí tomar una foto con nosotros. Después de 24 años, todavía me gusta contar sobre el día en que conocí a una estrella de cine.
Reconocer a un actor famoso es una cosa, pero hay Alguien más importante que agradezco haber conocido personalmente. El salmista David pregunta: «¿Quién es este Rey de gloria?» (Salmo 24:8), y señala al Todopoderoso, Creador, Sustentador y Soberano de todo. Entonces, canta: «Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos» (vv. 1-2). Maravillado, proclama que Dios es sobre todo, pero íntimamente accesible (vv. 3-4). Podemos conocerlo, recibir su poder y confiar en que luchará a nuestro favor (v. 8).
Dios nos da oportunidades para declararlo el único verdaderamente Famoso del que vale la pena hablarles a otros. Al reflejar su carácter, aquellos que no lo reconocen pueden tener más motivos para preguntar: «¿Quién es Él?». ¡Y nosotros podremos contar su historia!