Month: mayo 2018

Una oración de perdón

En 1960, Ruby Bridges, de seis años de edad, fue la primera niña afroamericana que ingresó en una escuela primaria pública de alumnos blancos en el sur de Estados Unidos. Todos los días, durante meses, la policía federal la escoltó entre una multitud de padres enojados que la insultaban y amenazaban. Una vez adentro, ya segura, se sentaba sola en un aula con Barbara Henry, la única maestra dispuesta a enseñarle.

Una nueva comunidad

Maija, la hija de cinco años de mi amiga Carrie, tiene una manera interesante de jugar. Le encanta mezclar muñecas de diferentes clases para formar una comunidad nueva. En su imaginación, todas son iguales. Cree que son más felices si están juntas, a pesar de sus diferentes tamaños y formas.

Aun si no

A veces, la vida nos lanza un golpe tremendo. Otras, algo milagroso sucede.

Desbordante

«¡No! ¡No! ¡NO!», grité. No sirvió. Ni un poquito. Mi brillante solución para nuestro problema de taponamiento —descargar de nuevo el inodoro— consiguió exactamente lo opuesto a lo que yo quería. En cuanto presioné la palanca, supe que había cometido un error. Y me quedé parado sin poder hacer nada mientras el agua se desbordaba.

Alabar la misericordia de Dios

Un integrante de nuestro grupo de estudio bíblico sugirió: «¡Escribamos nuestros propios salmos!». Al principio, algunos protestaron, diciendo que no eran buenos para escribir, pero después de un poco de estímulo, todos escribimos una conmovedora poesía en la que relatábamos cómo estaba obrando Dios en nuestras vidas. Como en el Salmo 136, cada escrito revelaba la verdad de que la misericordia de Dios es para siempre.

Libertad para seguir

Una vez, mi entrenador de atletismo en la escuela secundaria me aconsejó antes de una carrera: «No trates de ir primera. Por lo general, los que lideran se agotan demasiado rápido». Y me sugirió que siguiera de cerca a los corredores más veloces. Al dejar que ellos establecieran el ritmo, podría conservar la fuerza física y mental necesaria para terminar bien la carrera.

Dios en acción

«¿Cómo has visto a Dios en acción últimamente?», les pregunté a unos amigos. Uno contestó: «Lo veo obrar cuando leo las Escrituras todas las mañanas; lo veo obrar cuando me ayuda a enfrentar cada nuevo día; lo veo obrar cuando sé que ha estado a mi lado a cada paso del camino. Me doy cuenta de que me ha ayudado a enfrentar los desafíos y que, al mismo tiempo, me da gozo». Me encanta su respuesta porque refleja la forma en que, a través de la Palabra de Dios y la morada del Espíritu Santo, el Señor está cerca de aquellos que lo aman, y cómo obra a través de ellos.

Las apariencias engañan

«¡Oye! —me dijo mi esposa por teléfono—. ¡Hay un mono en nuestro jardín!». Y giró el aparato para que escuchara. Y sí, sonaba como un mono, lo cual es raro, ya que el mono salvaje más cercano estaba a más de 3.000 kilómetros de distancia.

Tesoro en el cielo

Cuando era niña, con mis hermanas nos gustaba sentarnos una al lado de la otra sobre el baúl grande de cedro de mamá. Allí, ella guardaba nuestros suéteres de lana y las manualidades en crochet y bordadas de la abuela. Valoraba mucho el contenido del baúl, y confiaba en que el olor fuerte de la madera de cedro espantara las polillas, para que no destruyeran lo que estaba adentro.

Tomarse el tiempo

Rima, una mujer siria que acababa de mudarse a los Estados Unidos, trataba de explicar con ademanes y su limitado inglés por qué estaba decepcionada. Con lágrimas, mostraba un plato hermosamente adornado de fatayer (tartaletas de carne, queso y espinaca) que había preparado. Dijo: «Un hombre», y señaló de la puerta a la sala y de nuevo a la puerta. Su tutor sabía que personas de una iglesia cercana irían a visitarla y llevarle regalos. Pero apareció solamente un hombre; entró apurado, dejó las cajas y se fue, solo para cumplir con su responsabilidad, mientras que Rima y su familia anhelaban compartir su fatayer con sus nuevos amigos.