Month: marzo 2018

Fe en dos palabras

Por mi tendencia al pesimismo, llego rápidamente a conclusiones negativas sobre el resultado de mis experiencias en la vida. Si encuentro obstáculos en algún proyecto de trabajo, me convenzo fácilmente de que ninguno de ellos tendrá éxito, y de que —aunque no tenga nada que ver— probablemente nunca podré tocarme los dedos de los pies sin dolor. Además, ¡pobre de mí!, soy una madre espantosa que no puede hacer nada bien. La derrota en un aspecto afecta innecesariamente mi sentir en muchos otros.

Lealtad declarada

A los fanáticos del deporte les encanta alentar a sus equipos con canciones. Llevando logotipos, publicando notas en Facebook sobre sus amados equipos o hablando con amigos, no dejan duda de en dónde está su lealtad. Mis gorras, camisetas y conversaciones sobre los Detroit Tigers revelan que estoy entre los que hacen esas cosas.

Llévame a la roca

Mientras buscaba un humidificador en una tienda, noté a una mujer anciana que caminaba de un lado al otro del pasillo. Me pregunté si estaba buscando lo mismo, entonces, me corrí para dejar que ella se acercara. Poco después, hablábamos de un virus de la influenza en la zona, que la había dejado con tos y dolores de cabeza.

Instrucciones directas

Mi segunda hija estaba ansiosa por dormir en una «cama grande» en el cuarto de su hermana. Todas las noches, la arropaba bien y le indicaba que no se levantara; que si lo hacía, volvería a la cuna. Noche tras noche, la encontraba en el pasillo, y tenía que regresar a mi preciosa decepcionada a su cuna. Años después, me enteré de que su habitualmente dulce hermana mayor, a quien no le entusiasmaba mucho tener una compañera de cuarto, le decía a la pequeña que yo la llamaba. Obedeciendo las palabras de su hermana, Britta iba a buscarme y, entonces, aterrizaba en su cuna.

La sabiduría de la vejez

En 2010, un periódico de Singapur publicó un informe con lecciones de vida de ocho personas ancianas. Comenzaba así: «Si bien envejecer presenta desafíos para la mente y el cuerpo, también puede traer beneficios en otras áreas. Abunda el conocimiento emocional y social; cualidades que los científicos están empezando a definir como sabiduría… la sabiduría de los mayores».

Adiós por ahora

Mi nieta Allyssa y yo tenemos una rutina cuando nos despedimos. Nos abrazamos y empezamos a llorar con sollozos dramáticos durante veinte segundos. Luego, nos separamos y decimos simplemente: «Hasta luego», y nos vamos. A pesar de nuestra sonsa práctica, siempre esperamos volver a vernos… pronto.

Como un niño

La niña se movía con alegría y gracia al compás de la música de alabanzas. Era la única en el pasillo de la iglesia, pero eso no impedía que girara, moviera los brazos y levantara los pies con la melodía. Su madre, sonriente, no trató de detenerla.

Gritos o gracia

Mi amigo Archie volvió de las vacaciones y descubrió que su vecino había levantado una cerca de un metro y medio de alto dentro de su propiedad. Archie pasó varias semanas tratando de convencerlo de quitarla. Ofreció ayudarlo y dividir los gastos por el trabajo, pero no funcionó. Podría haber apelado a las autoridades civiles, pero decidió ceder su derecho y dejar la cerca… para mostrarle a su vecino algo de la gracia de Dios.

Cuando Dios nos llena

¿Qué había hecho? Tendría que haber sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida. En cambio, fue de los más solitarios. Acababa de conseguir mi primer trabajo «real» después de la universidad, en una ciudad a cientos de kilómetros de donde nací. Pero la emoción de ese gran paso se desvaneció pronto. Tenía un apartamento pequeño y sin muebles. No conocía la ciudad ni a nadie. El trabajo era interesante, pero el sentimiento de soledad era devastador.

Precioso para Dios

Su nombre era David, pero la mayoría lo llamaba simplemente «el violinista callejero». David era un anciano desaliñado que solía estar en lugares populares de nuestra ciudad, interpretando para los transeúntes con su inusual habilidad con el violín. A cambio de la música, los oyentes ponían a veces dinero en el estuche abierto del instrumento que estaba en la acera delante de él. David sonreía e inclinaba la cabeza con gratitud, y seguía tocando.