Una caída del sistema informático global provoca cancelaciones de vuelos y deja a cientos de miles de personas atascadas en aeropuertos. Durante una tormenta de invierno, múltiples accidentes automovilísticos cierran importantes carreteras. Alguien que prometió responder «de inmediato», no lo hace. Los retrasos suelen producir enojo y frustración, pero los seguidores de Cristo, tenemos el privilegio de recurrir a Él por ayuda.
Uno de los mayores ejemplos de paciencia en la Biblia es José: vendido como esclavo por sus celosos hermanos, acusado falsamente por la esposa de su jefe y encarcelado injustamente en Egipto. «Y estuvo allí en la cárcel. Pero el Señor estaba con José» (Génesis 39:20-21). Años después, tras interpretar los sueños de Faraón, fue ascendido como segundo en autoridad en Egipto (cap. 41).
Su mayor muestra de paciencia tuvo lugar cuando sus hermanos fueron a comprar grano durante una hambruna, y les dijo: «Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios» (45:4-5, 8).
Ante todo retraso, confiar en el Señor nos da paciencia, perspectiva y paz.