El mundialmente renombrado violinista Joshua Bell tiene una manera particular de dirigir su orquesta de cámara de 44 integrantes, la Academy of St. Martin in the Fields. En lugar de usar una batuta, dirige mientras toca su Stradivarius con los otros violinistas. En una entrevista, Bell explicó: «Aun tocando, puedo darles todo tipo de indicaciones y señas que sé que solo ellos entienden en ese momento: pequeños movimientos con mi violín, levantar una ceja o la forma de mover el arco. Ellos saben el sonido que espero de parte de toda la orquesta».
Así como sucede con los integrantes de esa orquesta, la Biblia nos indica que mantengamos los ojos puestos en nuestro Señor Jesús. En Hebreos 11, después de enumerar a muchos héroes de la fe, el escritor dice: «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos 12:1-2).
Jesús prometió: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Al estar presente, tenemos el privilegio asombroso de fijar nuestros ojos en Él mientras dirige la partitura de nuestras vidas.