Mis padres se casaron durante la Gran Depresión en Estados Unidos, en 1933. Mi esposa y yo somos baby boomers, parte del sorprendente aumento en nacimientos después de la Segunda Guerra Mundial. Nuestras cuatro hijas pertenecen a las Generaciones X e Y. Al haber crecido en épocas tan distintas, ¡no es extraño que tengamos tantas diferencias de opinión!
Las generaciones difieren en sus experiencias de vida y sus valores. Y esto también es cierto entre los seguidores de Jesús. Pero, sin importar la ropa que usemos o la clase de música que nos guste, nuestra conexión espiritual trasciende estas cosas.
El Salmo 145 proclama nuestro vínculo de fe: «Generación a generación celebrará tus obras […]. Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, y cantarán tu justicia» (vv. 4, 7). Con una gran diversidad de edad y experiencia, nos unimos para honrar al Señor. «La gloria de tu reino digan, y hablen de tu poder» (v. 11).
Aunque las diferencias pueden dividirnos, la fe en Jesucristo nos une en confianza, ánimo y alabanza mutuos. ¡Nos necesitamos unos a otros! Más allá de la generación a la que pertenezcamos, podemos aprender juntos y honrar al Señor, «para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos, y la gloria de la magnificencia de su reino» (v. 12).