El árbol de secoya está entre los organismos más grandes y duraderos del mundo. Puede alcanzar más de 90 metros (300 pies) de altura, pesar más de una tonelada y vivir 3.000 años. Sin embargo, la majestuosa secoya debe en gran parte su tamaño y longevidad a lo que hay debajo de la superficie. Un conjunto de raíces de varios metros de profundidad, que se extienden hacia los costados, sostienen su impresionante altura y peso.
Sin embargo, el sistema expansivo de raíces de la secoya es pequeño si se compara con la historia nacional, la religión y la anticipación que apoyan la vida de Jesús. Una vez, Él le dijo a un grupo de líderes religiosos que las Escrituras contaban su historia (Juan 5:39). En la sinagoga de Nazaret, abrió el rollo de Isaías, leyó una descripción del Mesías y anunció: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros» (Lucas 4:21).
Después de resucitar, Jesús ayudó a sus discípulos a entender cómo las palabras de la Escritura mostraban que era necesario que sufriera, muriera y resucitara (24:46).
¡Cuánta gracia y esplendor es ver a Jesús enraizado en la historia y las Escrituras de una nación, y ver también lo mucho que nuestras vidas están arraigadas en nuestra necesidad de Él!