La oración es una conversación con Dios, no una receta. Sin embargo, a veces, quizá tengamos que usar un «método» para vigorizar nuestro tiempo de oración. Podemos orar los Salmos o cualquier otro pasaje de la Escritura (como el Padrenuestro), o usar un método de pasos sencillos, como el de adoración, confesión, acción de gracias y súplica. Hace poco, descubrí esta «Oración de los cinco dedos» para usar como guía al orar por otros:
• Cuando entrecruzas las manos, el pulgar está más cerca de ti. Entonces, comienza orando por los que están más cerca: tus seres queridos (Filipenses 1:3-5).
• El índice es el que señala. Ora por los que enseñan: los maestros bíblicos y los predicadores, y aquellos que enseñan a los niños (1 Tesalonicenses 5:25).
• El próximo dedo es el mayor. Nos recuerda orar por aquellos que tienen autoridad: los líderes nacionales y locales, y tu supervisor en el trabajo (1 Timoteo 2:1-2).
• El cuarto dedo suele ser el más débil. Ora por los que están sufriendo o pasando dificultades (Santiago 5:13-16).
• Después, está el meñique. Te recuerda tu pequeñez en relación con la grandeza de Dios. Pídele al Señor que supla tus necesidades (Filipenses 4:6, 19).
No importa qué método uses, habla con tu Padre. Él quiere oír lo que hay en tu corazón.