Flores eternas
Cuando era pequeño, a mi hijo Xavier le gustaba traerme flores. Yo atesoraba cada uno de estos regalitos, hasta que se marchitaban y tenía que tirarlos.
Esparcir semillas
Recibí un maravilloso email de una mujer que escribió: «Tu mamá fue mi maestra de primer grado en 1958. Nos hizo aprender el Salmo 23 y recitarlo frente a la clase, y a mí me aterraba hacerlo. Sin embargo, fue el único contacto que tuve con la Biblia hasta 1997, cuando me entregué a Cristo. Entonces, los recuerdos de la Sra. McCasland volvieron como un torrente al releer el Salmo».
Salmos de campamento
Cuando mi esposo y yo vamos a caminar al aire libre, llevamos la cámara y sacamos primeros planos de las plantas a nuestros pies, que son como microcosmos. Qué maravillosa variedad y belleza vemos, ¡incluso en los hongos que salpican los bosques con pinceladas de naranja, rojo y amarillo!
El Consolador
Cuando subí al avión para ir a estudiar a una ciudad lejana, me sentí nerviosa y sola. Pero, durante el vuelo, recordé cómo Jesús les prometió a sus discípulos la presencia consoladora del Espíritu Santo.
La canción de Violeta
Una anciana llamada Violeta estaba sentada sobre su cama en una enfermería, y sonrió cuando unos adolescentes fueron a visitarla. El aire caliente del mediodía abatía sin tregua, pero ella no se quejaba. En cambio, sonrió de oreja a oreja y cantó: «¡Voy corriendo, brincando, saltando y alabando al Señor!». Mientras cantaba, agitaba los brazos como si estuviera corriendo. Los ojos de los que la rodeaban se llenaron de lágrimas, porque Violeta no tenía piernas. Estaba cantando porque, según ella: «En el cielo, tendré piernas para correr».
Caminos oscuros
Mientras regresábamos a casa de unas vacaciones, el camino nos llevó por una parte desolada. Durante casi dos horas después del atardecer, condujimos a través de profundos cañones y mesetas desérticas. Apenas podían divisarse algunas luces de autos que perforaban la oscuridad. Finalmente, la luna salió en el horizonte; podíamos verla cuando el camino subía a las colinas, pero quedaba eclipsada mientras viajábamos por las tierras bajas. Mi hija comentó que le recordaba la presencia de Dios. Le pregunté si necesitaba verla para saber que Él estaba allí. Contestó: «No, pero sí que ayuda».
Testigos activos
En un proceso judicial, los testigos son participantes activos que ayudan a determinar el resultado de un caso. Lo mismo es verdad sobre nuestro testimonio para Cristo. Debemos participar de forma activa en una cuestión importantísima: la verdad sobre la muerte y la resurrección de Jesús.
La angustia de la espera
En los últimos años, dos miembros de mi familia recibieron diagnósticos graves. Para mí, la parte más difícil fue la incertidumbre constante. Siempre espero con desesperación una palabra decisiva del doctor, pero, en vez de darnos claridad, a menudo se nos pide que esperemos.