¿Te resulta más fácil tolerar el dolor teniendo un amigo cerca? Se hizo un estudio fascinante para responder esta pregunta, y ver cómo reaccionaba el cerebro frente a la posibilidad del dolor.
Los resultados fueron consistentes. Cuando una persona estaba sola o tomada de la mano de un extraño frente a una posible turbación, las regiones del cerebro que procesan el peligro se encendían. Pero, si estaba tomada de la mano de alguien de confianza, el cerebro se relajaba. La presencia de un amigo era tan reconfortante que el dolor parecía más tolerable.
Jesús necesitó el apoyo de sus amigos en Getsemaní. Sabía lo que estaba a punto de enfrentar: la traición, el arresto y la muerte. Les pidió a sus mejores amigos que se quedaran con Él, porque su alma estaba «muy triste, hasta la muerte» (Mateo 26:38). Pero Pedro, Jacobo y Juan se quedaron dormidos.
Jesús enfrentó la agonía del huerto sin el consuelo de una mano de donde tomarse. Pero, gracias a que soportó ese dolor, sabemos que Dios nunca nos desamparará ni nos dejará (Hebreos 13:5). Jesús sufrió para que nosotros nunca tuviéramos que estar separados del amor de Dios (Romanos 8:39). Su compañía hace que cualquier cosa que tengamos que sufrir sea más tolerable.