Un asesor financiero, a quien conozco, describe así la realidad de las inversiones de dinero: «Espera lo mejor y prepárate para lo peor». En casi todas las decisiones de la vida, queda la incertidumbre respecto a los resultados. Sin embargo, hay un camino que podemos seguir, al final del cual y sin importar lo que suceda, el esfuerzo no será en vano.

El apóstol Pablo pasó un año con los creyentes de Corinto, una ciudad conocida por su corrupción moral. Cuando se marchó, les mandó una carta donde los exhortaba a no desanimarse ni sentir que su testimonio para Cristo carecía de valor. Les aseguró que el Señor volvería un día y que aun la muerte sería conquistada (1 Corintios 15:52-55).

Permanecer fieles al Señor quizá sea difícil, desalentador e, incluso, peligroso, pero nunca carece de propósito ni implica tiempo o esfuerzo malgastados. Cuando caminamos con el Señor y damos testimonio de su presencia y poder, ¡nuestra vida no es en vano! Podemos estar totalmente seguros de que es así.