A lgunos afirman que la escritora Anne Herbert garabateó en un mantel de un restaurante la frase «practica actos de bondad fortuitos y de belleza sin sentido». Este sentimiento se ha popularizado mediante películas y literatura, y algunos lo han hecho parte de su vocabulario.

La pregunta es: «¿Por qué debemos ser bondadosos con los demás?». Para los seguidores de Jesús, la respuesta es clara: para mostrar la misericordia y la bondad de Dios.

En el Antiguo Testamento, la historia de Rut, una inmigrante moabita, ilustra este principio. Esta mujer vivía en una tierra cuya cultura e idioma no entendía. Además, era sumamente pobre y dependiente por completo de la caridad de un pueblo que casi la ignoraba.

Sin embargo, hubo un israelita que actuó bondadosamente y le habló al corazón (Rut 2:13). Permitió que ella cosechara en sus campos, pero, además de ser simplemente caritativo, le mostró con su compasión la misericordia y la bondad amorosa de Dios, Aquel bajo cuyas alas ella podía refugiarse. Finalmente, Rut se convirtió en la esposa de aquel hombre, Booz, en parte de la familia de Dios y en antepasada de Jesús, quien trajo la salvación al mundo (ver Mateo 1:1-16).

Nunca sabemos qué puede lograr una obra de bondad hecha en el nombre de Jesús.