El Monte Tianmen, en China, es considerado una de las montañas más hermosas del mundo. Para ver sus elevadísimos acantilados en todo su glorioso esplendor, hay que tomar el teleférico Tianmen Shan, que recorre una distancia de 7.455 metros (4,5 millas). Es asombroso que este teleférico pueda cubrir semejante trayecto y subir laderas tan empinadas sin un motor interno. Sin embargo, asciende seguro a esas enormes alturas al mantenerse firmemente sujeto a un cable movido por un motor poderoso.
En nuestra travesía de la fe, ¿cómo podemos terminar la carrera y proseguir «a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús»? (Filipenses 3:14). Como el teleférico, nos mantenemos aferrados firmemente a Cristo. Esto es lo que quiso decir Pablo al indicar: «estad así firmes en el Señor» (4:1). Los recursos no están en nosotros, sino que dependemos por completo de Cristo, quien nos impulsa para que avancemos. Él nos llevará a superar los desafíos más grandes y nos guiará seguros hasta el hogar celestial.
Cerca del final de su vida terrenal, el apóstol Pablo declaró: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (2 Timoteo 4:7). Tú también puedes hacerlo. Simplemente, mantente tomado de Cristo firmemente.