Mi esposa y yo conocimos a Phipps Festus Bourne en 1995, un experto artesano de la madera cuyas obras son réplicas casi exactas de objetos reales. «Tallar un pato es sencillo —decía—. Basta mirar un trozo de madera, pensar en cómo es un pato y, luego, cortar todo lo que no se parezca a él».

Así es con Dios. Él nos mira —ve madera en bruto— e imagina la persona con el carácter de Cristo escondida bajo la corteza, los nudos y las ramitas; luego, comienza a tallar, quitando todo lo que no encaje con esa imagen. Nos sorprenderíamos si pudiéramos ver cuán hermosos somos como «patos» terminados.

Pero, primero, tenemos que aceptar que somos un trozo de madera y dejar que el Artista nos corte, moldee y pula donde Él quiera. Esto significa ver nuestras circunstancias —agradables o desagradables— como herramientas de Dios que nos moldean. Él nos forma, parte por parte, para convertirnos en la hermosa criatura que imaginó en nuestro poco agraciado trozo de madera.

A veces, el proceso es maravilloso; otras veces, doloroso. Pero, al final, todas las herramientas de Dios nos conforman «a la imagen de su Hijo» (Romanos 8:29).

¿Anhelas esa semejanza? Ponte en las manos del Maestro Tallador.