En la fiesta de bodas de su hijo, mi amigo Roberto les ofreció consejo y ánimo a los recién casados. En su discurso, habló de un entrenador de fútbol que, cuando su equipo perdía un partido, mantenía el resultado en el marcador toda la semana para recordarles su fracaso. Aunque esta puede ser una buena estrategia deportiva, Roberto señaló sabiamente que es terrible para el matrimonio. Cuando tu cónyuge te irrita o te falla de alguna manera, no marques constantemente el error. Apaga el marcador.
¡Qué buen consejo! La Escritura está llena de mandamientos para que nos amemos unos a otros y pasemos por alto las faltas. Se nos recuerda que el amor «no guarda rencor» (1 Corintios 13:5) y que debemos estar dispuestos a perdonarnos unos a otros «como Dios también [nos] perdonó» (Efesios 4:32).
Estoy profundamente agradecido porque Dios apaga el marcador cuando fallo. No solo nos perdona cuando nos arrepentimos, sino que aleja nuestro pecado como el oriente está lejos del occidente (Salmo 103:12). Con Dios, el perdón significa que nuestro pecado queda enterrado y olvidado. Que el Señor nos dé gracia para ofrecer perdón a los que nos rodean.