Wang Xiaoying vive en una zona rural de la provincia china de Yunnan. Por problemas de salud, su esposo no podía conseguir trabajo. Su suegra consideraba que el problema se debía a que Xiaoying creía en Dios. Por eso, la maltrataba y la instaba a que volviera a la religión de sus ancestros.
Como el esposo había visto el cambio en la vida de su esposa, dijo: «Madre, no basta con que Xiaoying crea en Dios. ¡Nosotros deberíamos hacer lo mismo!». El testimonio de su esposa determinó que él considerara aceptar el evangelio de Jesús.
La gente observa nuestro andar antes de escuchar lo que decimos. El mejor testimonio es una buena conducta acompañada de palabras apropiadas, lo cual refleja el cambio que Cristo produce en nuestra vida.
Así instruyó el apóstol Pedro a los creyentes del primer siglo y a nosotros hoy sobre cómo presentar a Jesús ante un mundo hostil: seguir el bien (1 Pedro 3:13), obedecer a Cristo, tener buena conciencia y estar preparados para hablar a otros de nuestra esperanza (v. 15). Si lo hacemos, no debemos temer ni avergonzarnos cuando nos maltraten o calumnien por nuestras creencias.
Brillemos para Jesús dondequiera que estemos. Él nos dará la gracia para alcanzar incluso a quienes no concuerdan con nosotros.